El reconocido historiador, Mag. Fidel Miranda Silva, ofreció a los estudiantes y docentes de la carrera de Historia de la Facultad de Filosofía de la Universidad Nacional del Este (UNE) una valiosa oportunidad para adentrarse en la historia de la Firma del Protocolo de la Paz del Chaco; un acontecimiento trascendental en las relaciones entre Paraguay y Bolivia. Fue durante una conferencia realizada el 14 de junio pasado, en el Salón Ñasaindy de la unidad académica.
La actividad fue organizada por la Dirección de Bienestar Institucional, Prensa y Cultura. El público objetivo de la conferencia estuvo compuesto por estudiantes y docentes de la carrera de Historia.
Miranda Silva logró transmitir la importancia de comprender y reflexionar sobre los eventos que marcaron una etapa crucial en la historia de ambos países.
Durante su presentación, el historiador abordó detalladamente los sucesos que condujeron a la firma del Protocolo de la Paz del Chaco. Se refirió al primer intento de acuerdo entre la parte sur de Paraguay y la parte norte de Bolivia en 1879, cuando los bolivianos atacaron a los paraguayos con el objetivo de obtener tierras y buscar una salida al mar a través del río Paraguay hacia el río de la Plata. A medida que los bolivianos invadían lentamente el territorio chaqueño, el presidente de la República del Paraguay, Bernardino Caballero, restableció la guarnición en Fuerte Olimpo, que había sido previamente abandonado.
En 1887, se produjo un segundo intento de tratado que buscaba dividir el territorio chaqueño. El Chaco, con una extensión de 323.000 km², era el objeto de disputa, y los bolivianos pretendían obtener 200.000 km², dejando 123.000 km² para Paraguay. La pérdida del litoral boliviano llevó a que buscaran tener un puerto en el río Paraguay. A pesar de un tercer intento de tratado en 1894, ninguno de estos acuerdos se llevó a cabo. Los bolivianos no respetaron el estatus quo y, a partir de 1907, comenzaron a invadir el territorio paraguayo de manera más agresiva. Fue en 1921 cuando Paraguay empezó a instalar puestos militares en un intento por defender su territorio.
El Mag. Miranda destacó la visión del presidente Eligio Ayala, quien en 1926 adquirió armamentos modernos en preparación para una posible guerra contra Bolivia. El primer derramamiento de sangre ocurrió el 25 de febrero de 1927, con la muerte del Teniente Adolfo Rojas Silva, hijo de un expresidente de la República y amigo cercano de Emiliano R. Fernández, quien compuso la primera música de protesta en su memoria. El 5 de septiembre de 1928, los bolivianos tomaron el fortín Vanguardia, construido por el gobierno paraguayo, pero Paraguay logró recuperarlo en 1929. En 1931, los conflictos entre políticos y militares generaron protestas por parte de estudiantes, quienes reclamaban la inacción del gobierno ante la muerte de Rojas Silva.
El conferencista mencionó su presencia en Mallorquín en 1995, cuando se perforó un pozo petrolífero que, según él, fue abandonado debido a su falta de utilidad. Además, explicó que la laguna Pitiantuta, un puesto militar boliviano, había sido anteriormente ocupada por el Fortín Carlos Antonio López. En respuesta, el presidente paraguayo ordenó a José F. Estigarribia y al coronel tomar nuevamente el fortín, lo que llevó al retiro de los representantes paraguayos de la mesa negociadora en Washington el 15 de junio de 1932. El presidente boliviano ordenó la toma de tres fortines paraguayos, dando inicio a la guerra del Chaco el 29 de septiembre de 1932.
La preocupación boliviana por el posible incendio de los pozos petrolíferos de Bolivia llevó a que se estableciera un armisticio, a petición de las empresas estadounidenses que explotaban el petróleo boliviano, con el fin de lograr la paz con Paraguay. Finalmente, el 12 de junio de 1935, se firmó el Protocolo de Paz, con la presencia de los negociadores Luis Alberto Riart por el lado paraguayo y Tomás M. Elío por el boliviano. El cese total de las hostilidades se dio el 14 de junio de 1935.
La guerra del Chaco duró tres años y en ella participaron 250.000 bolivianos y 150.000 paraguayos. Ambos bandos sufrieron un gran número de bajas, con 60.000 bolivianos y 30.000 paraguayos heridos, mutilados o desaparecidos.

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